Roma
Y mi primera palabra en Google fue: Roma. ¿El culpable? Dan Brown. Y no fue por ningún Ángel ni ningún Demonio. Fue por Leonardo. ¡Oh sí! El Código Da Vinci fue mi primer teletransportador a esa ciudad eterna. Me surgió una necesidad irresistible, casi un enamoramiento subyugador, de conocer y darles la vuelta a todas y cada una de las iglesias, catedrales, parroquias, fuentes y fuentecitas que el libro describía con tanto detalle y esmero. Irresistible. Y arrastré hacia esa locura a "ellos", mi familia.